Todavía recuerdo las dudas que teníamos cuando alquilamos la primera oficina en el Edificio Crillón para montar -junto a Mario Almada- la redacción de la revista Mercado Córdoba. Eran dos ambientes en el 3er. piso y creo que -allá por 1995- costaba unos 450 pesos-dólares.
Después vino la expansión: perforamos la pared y tomamos otra oficina al lado y luego otra más para albergar al primer equipo de Punto a Punto (Mónica Peralta, Bárbara Anderson y Fernando Arocena, además de Fino Pizarro, claro, que ya nos acompañaba desde Mercado).
En algún momento nos volvimos locos de entusiasmo y nos mudamos a la planta baja, un salón inmenso que rediseñó Sara Bongiovanni y donde Punto a Punto permaneció hasta el 2005, creo. Fueron años hermosos: una redacción de lujo, un gran equipo en sistemas (se sumó Flavio Olivier por ese entonces) y aunque perdimos a Mario Almada (que siguió con Mercado), sumamos a Gabriel Kloner.
Después vino la debacle del país y por las vueltas de la vida quedé fuera de ese proyecto.
Volver a empezar en el escritorio de casa y apenas levantamos cabeza, vuelta al Crillón, con InfoNegocios. Primero a un dos ambientes del 4to. piso y luego a las oficinas que ahora despedimos en el 2do., donde se formó el equipo periodístico y comercial (http://www.infonegocios.info/staff.asp ) más sólido que me tocó integrar.
En estos 15 años debo haber ido y venido -desde la zona norte- unas 200 veces por año al Crillón: fueron unos 48.000 kilómetros, más de una vuelta al mundo por el Ecuador. O unos $ 15.000 en nafta y unos 62 días subido arriba de un auto para ir -como mandaba el General- de la casa al trabajo y del trabajo a casa.
Este lunes 30 de agosto de 2010 ya no entraré al Crillón. Las oficinas de InfoNegocios amanecerán en Barranquitas Plaza y “bajar al centro” será algo circunstancial -y según dicen- cada vez más esporádico.
Cuando todavía era hotel, vine a la Bar Mitzvah de Freddy Morozovsky y años más tarde conocí -y no pude entrevistar- a Atahualpa Yupanqui. Acá también trabajé con Chiche Gelblung cuando dirigía el diario Córdoba y más de una vez vinimos a hablar por teléfono cuando la redacción de ese vespertino se quedaba sin líneas de Entel, algo frecuente a fines de los ochenta.
Mis ilusiones, mis proyectos, mis fracasos fatigaron estos pasillos por 15 años. Nacieron mis hijos en ese interín y la vida dio sus vueltas de alegrías y tristezas, de razones y sinrazones, aportando algunas cuotas de paciencia y -ojalá- algo de sabiduría.
El Dr. Célis (Carlo Célis, el administrador del Crillón) siempre nos tendió una mano y Fredy siempre nos abrió las puertas de este edificio.
Ojalá las vueltas de la profesión me traigan, cada tanto, a estos viejos pasillos para entrevistar a algún nuevo emprendedor que haya empezado a hacer rodar su sueños y necesite de un cronista para hacerlos conocer.
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