martes, abril 21, 2009

Era algo tan simple y recién me hicieron debutar a los 43 años…

En mi vida como periodista me ha tocado estar en decenas de hoteles de las más diversas categorías.  

Por sólo citar algunos de los buenos, recuerdo (aunque no tengo derecho a usar ese verbo sagrado) alguno espectacular en Munich en un viaje con Audi, otros no menos esplendorosos donde Nortel nos alojó en Canadá, un Hilton en New York (“cubriendo” un lanzamiento de Vitamina), el Sheraton de Río (para un congreso de editores de revistas), un Intercontinental (creo) en Santiago (en una previa de la gira argentina de Disney On Ice), el WTC de San Pablo (para el lanzamiento del Fiat Línea, hace poco) y varios en Miami, desde el Fountainbleau al Biltmore.

Y como afortunado turista (muchos canjes mediante, eso sí) pude disfrutar del Sheraton Bungavillas de Puerto Vallarta, el Enotel de Porto de Galinhas y el Iberostar de Praia do Forte.  
Seguro que me olvido alguno más entre los “rimbombantes” y omito deliberadamente los hoteles de tres estrellas y todos los “antros” donde también pernocté (no vayan a creer que mi vida es cinco estrellas, por favor).

Bueno, digo, resumo: en la gran mayoría de todos esos front desk –en los de roble y mármol y en los más humildes- llené religiosamente mi ficha de ingreso, incluyendo nombre, apellido, número de documento y… ¡dirección de correo electrónico!

Creo recordar que en algún caso perdido me llegó –meses más tarde- una promoción y estoy casi seguro que una de las veces lo hizo un pequeñito hostal de Villa General Belgrano.

Pero nunca me había pasado lo que sucedió luego de alojarme un par de noches en el Raddison de Montevideo: hice check out el domingo al mediodía y el martes a la mañana tenía en mi mailera una completa encuesta de satisfacción que llené con gusto y excelente calificaciones, sin omitir un pequeño incidente de ruidos nocturnos que padecí y me solucionaron.

Eran tan fácil, ¿no?  Pero me hicieron esperar muchísimos años para saber para qué querían mi email en el registro.  En los próximos viajes llenaré ese campo con más entusiasmo y optimismo.

2 comentarios:

Silvina dijo...

Coincido con vos, Iñigo, tan simple es hacer click y saber cómo lo pasó el huésped en su estadía y encima eso da herramientas para saber como la empresa está haciendo las cosas, corregir los errores y cotejar si lo que se cree que se está haciendo bien realmente es percibido de esa forma...o no.
Acá también hay que hacer "Mea culpa"...no es front disk, sino Front Desk...saludos y felicitaciones.

Marbhy dijo...

me encanto tu historia ,, jeje ....